Historia FIV

Claramente, ¡MADRES!

Como cada día de la madre, me gusta escribir y contar una historia que transmita un mensaje y nos haga reflexionar. No escribo todo lo que me gustaría, porque compaginar y conciliar vida profesional y vida personal es complicado con el ritmo de vida que llevamos. Y es que la maternidad es maravillosa, e igualmente dura y agotadora.

Hoy se regalan flores, bombones, perfumes, alguna joya, salimos a comer toda la familia, o vamos a ver a nuestras madres a sus casas para estar un ratito con ellas y festejar el momento. Sin embargo, para muchas mujeres, este día puede resultar amargo porque, puede que deseen con todas sus fuerzas ser madres y aún no lo han conseguido, puede que no lo consigan nunca, o puede que hayan decidido con mucho pesar dejar de luchar para conseguirlo. Puede ser también que ya hayas perdido a tu madre (como es mi caso), y este día sea agridulce, porque la echas de menos y la nostalgia te invade por dentro, por lo que mandamos las felicidades al cielo y nos refugiamos en los recuerdos. Y desgraciadamente para otras mujeres que ya han sido madres, este día puede ser demoledor por el dolor tan intenso que sienten porque han perdido a sus hij@s en el vientre, o después de ya nacidos. Nadie felicita a una madre que desea serlo pero no lo ha conseguido, ni a una madre que ha perdido a su hij@. No existe nombre, ni etiqueta cuando pierdes un@ hij@. Si pierdes a tu marido, eres viuda, si pierdes a tus padres, eres huérfan@. Tampoco existe palabra para cuando deseas ser madre y estás en proceso de conseguirlo. Lo que si existe tanto para cuando deseas ser madre y ese bebé no llega, como para cuando has perdido un@ hij@ es DOLOR, TRISTEZA, SOLEDAD, Y VACÍO. Son madres en la sombra, casi invisibles para el resto.

Luego estamos las afortunadas que ya ejercemos la maternidad a tiempo completo,  algunas intentamos ser madres conscientes, que esta de moda ahora serlo, pero bien difícil que es. Realmente me siento muy afortunada porque después de mucha lucha, yo tuve suerte, y soy mamá de Martín (mi principito de ya 3 años).

Me gusta celebrar el día de la madre, por la madre que tuve (a la que estaré eternamente agradecida), y la que estoy siendo yo e intento ser, una madre imperfecta, que aprende y que trata de mejorar a diario. Lo celebro, con el respeto que se merecen todas esas madres en la sombra, porque somos madres desde que se siente el deseo de serlo, y seguimos siendo madres cuando la desdicha y la fatalidad ha hecho que pierdas a tu hij@.

Yo soy madre gracias a Reproducción Asistida, no lo escondo, sino que trato de normalizarlo, naturalizarlo y educar en la medida de lo posible con información correcta sobre los problemas de fertilidad, para contrarrestar la ignorancia e impudencia de muchas personas que desconocen todo lo que supone querer ser madre/padre y no poder conseguirlo de manera natural. Yo lo cuento con total naturalidad. Porque solo las mujeres/parejas que tenemos problemas de infertilidad, entendemos lo que se vive, lo que se sufre, y lo que se necesita. Nuestro camino es difícil, y sentimos miedo, dolor, tristeza, incertidumbre, incomprensión… un sinfín de sentimientos. Así que, mejor no juzgar, y más escuchar, empatizar y apoyar.

Tres historias de FIV

Hoy quiero contar la historia de Clara que para mi tiene un significado especial, por lo anecdótico y casual que fue conocer esta bonita historia un día cualquiera en el parque con Martin, y por el cariño que les tengo ya a esta familia.

Un día hablando con los padres de Blanca, una de las amigas de Martín, Antonio (su padre) me dice, yo soy como Martin un “niño probeta” (niño concebido y fruto de las técnicas de Reproducción Asistida), y me contó por encima su historia y la de su madre. Me resultó curioso que hubiéramos coincidido, y tener delante de mí, dos “niños probeta” con más de 30 años de diferencia. Así que quise conocer con todo detalle la historia de Clara, porque con lo difícil que fue para mí vivir todo el proceso de Reproducción Asistida, pasar por tantas pruebas, tratamientos y negativos… hace 30 años tuvo que ser horrible vivirlo. Imagino todas las posibles dificultades sin los avances que la medicina y la ciencia han conseguido hoy día en el campo de la Reproducción Asistida.

No obstante, los problemas de infertilidad han existido toda la vida y seguirán existiendo, pero siguen siendo un tema tabú, del que no se habla, que da vergüenza, que se esconde, y hace 30 años con más ahínco se ocultaba, y precisamente los tratamientos y técnicas de Reproducción Asistida en España, y en Andalucía, eran desconocidos e inaccesibles para muchas parejas que llevaban años tratando de ser padres sin conseguirlo, directamente tenías que ponerte en manos De Dios para que obrara el milagro de la vida.

Clara es de Córdoba, y la tercera de 5 herman@s de una familia tradicional, “de las de antes”. Su padre era carpintero y su madre ama de casa. Tuvo una infancia feliz rodeada de sus hermanos y con una madre entregada a ell@s. A los 17 años sintió un dolor muy fuerte en el vientre y fueron volando al hospital. Se le había reventado un quiste en ovario derecho y tuvo una hemorragia interna. Estuvo muy grave, “casi no lo cuento” dice. Le quitaron ovario, trompa y el apéndice. Tras este suceso, se recuperó y volvió a hacer su vida normal. Corrían los 80, y como a ella le encantaba dibujar, su hermana la llevó a un instituto para ello, y fue allí donde conoció a su marido, tenía entonces 18 años. Aunque de primeras no fue un flechazo, terminaron enamorándose. Tras cuatro años de noviazgo, se casaron y se trasladaron a Tenerife por trabajo. Como pareja tuvieron ”claro, clarísimo”, que querían ser padres, pero pasaba un mes, un año, y nada, ese bebé tan deseado no venía.

Al año de búsqueda decidieron ir al médico, y en un principio le dijeron los médicos de la Seguridad Social, que no se quedaba embarazada porque tenía demasiada ansiedad y tenía que relajarse (frase típica que escuchamos las pacientes de Reproducción Asistida y que no ayuda nada). Tras hacerse las pruebas, comprobaron que tenía un “defecto genético” lo llamaron, la matriz en retro, además de no tener el ovario ni trompa derecho, por lo que prácticamente era imposible que se quedara embarazada de forma natural. A pesar de lo duro de la noticia, estuvieron 9 años intentando ser padres y buscando alternativas para arreglar su problema, y lograr por arte divina o utilizando remedios caseros quedarse embarazados. Pese a que no perdió la esperanza, Clara se sentía frustrada, desilusionada, e intentaba asimilar como podía que no sería mamá como ella quería, que es sentirlo dentro, amamantarlo, etc.

Una tarde en la oficina de su marido escuchó en la radio sobre “las nuevas técnicas para ser mamá”. Estaba sola, y sin pensarlo mucho, llamó a la clínica para informarse. Acto seguido le comunicó a su marido que tenían cita para la clínica del Dr. García Otero en Sevilla. Fue de las primeras clínicas privadas que utilizó las técnicas de reproducción asistida, ya que en la Seguridad Social aún no se utilizaban.

El coste económico del proceso de FIV (Fecundación in vitro) a la que debía someterse si quería tener la posibilidad de ser madre, era alto. En aquellos tiempos, fueron dos millones de pesetas, cantidad elevada, y un gasto considerable, que no se aleja mucho del coste actual de estos tratamientos. Era muy caro y les suponía realizar muchos sacrificios como familia humilde y trabajadora, pero decidieron no perder la oportunidad que les estaban brindando para conseguir su sueño de ser padres.

A pesar del asombro y del desconocimiento sobre la eficiencia de las técnicas de Reproducción Asistida, Clara recibió mucho apoyo, sobre todo de su marido, de su madre y hermanos, y de casi toda su familia. Sin embargo, se sentía incomprendida por parte de la familia de su marido, porque lo veían como un absurdo, y un gasto innecesario ya que “esas técnicas no se habían probado bien todavía”.

Según Clara, el trato recibido por el personal médico de la clínica fue bueno, la iban informando de todo. De hecho, antes de comenzar con el proceso, recibió ayuda psicológica. Comenta, que el psicólogo que la vio, le dio el empuje que necesitaba parar creer en la oportunidad que tenía para ser madre. Aún recuerda la frase que le dijo: “tu fuerza no está en tu vientre, sino en tu mente, y si tu piensas que te vas a quedar embarazada, y sólo piensas eso, te quedarás seguro”. Clara se aferró a ese mantra, porque a nivel económico solo podían costearse el tratamiento una sola vez, “tenía solo una oportunidad, y esa oportunidad la quería para mi”.

Inició el proceso ilusionada y también con miedo. Pasó por la estimulación de sólo un ovario, y aunque la sedaron para la punción, la extracción fue dolorosa. Consiguieron 6 embriones, y le hicieron transferencia de 3 de ellos, “dijeron ves el monitor? Pues ahora tienes tres futuros bebés. Me fui de allí convencida de que estaba embarazada”. A los 15 días de la transferencia comenzó a sangrar, y mandó analítica de sangre a la clínica de Sevilla, ya que no quería volver a ponerse en carretera, “tenía miedo de moverme”. Le confirmaron que estaba embarazada y que tenía que hacer reposo durante otros 15 días. Y así estuvo, 15 días con sus 15 noches sin levantarse de la cama, para ni tan siquiera ir al baño. Esas dos semanas fueron muy difíciles, dolorosas y angustiosas para ella, porque sabía que alguno de esos embriones se había perdido, y sentía “mucho miedo por andar, moverme, casi por respirar…, creía que los podía perder del todo, pero ahí estaba el consuelo de mi super mami para todo”, y finalmente Clara seguía embarazada.

Su embarazo fue bueno, pero lo vivió aterrada, angustiada y muy nerviosa siempre, pensando que lo podía perder, sin disfrutar apenas de estar embarazada. Y Antonio nació un 16 de junio de 1992, tras 8 meses de gestación, por cesárea programada ya que su médico de toda la vida, al que no le gustó mucho la idea del tratamiento de Reproducción Asistida, no se quería arriesgar al parto. Clara, no pudo sentir el piel con piel de ahora, y cogió en brazos a su hijo por primera vez al otro día de nacido. Ese instante lo recuerda como “ver un ángel, lo más lindo del mundo”.

Clara y Antonio

Clara fue madre con 31 años, después de haber recorrido un largo camino, en el que hubiera necesitado más apoyo psicológico, más ayudas económicas y haber podido realizar el tratamiento en su ciudad, Córdoba. Tuvo suerte porque recibió mucho apoyo de su marido y familia, pese a la indiferencia inicial que mostraron su suegra y cuñadas, las que se arrepintieron cuando vieron a Antonio nacido y sin ningún problema. Y también fue muy fuerte y valiente, o como dice ella: “yo era muy pasota y pasaba del mundo, y de los comentarios discriminatorios”. “No me arrepiento de nada, porque el resultado está visible. Antonio ha sido un hijo bueno, un sueño para una madre, obediente, estudioso, muy cariñoso con nosotros y toda su familia, un orgullo de madre vamos”. Ha sido hijo único, al que contaron todo cuando empezó a preguntar y lo entendió como un adulto.

Decidió ser mamá a tiempo completo, y disfrutar de criar y ver crecer a su hijo. Económicamente no pudieron hacer frente a un nuevo tratamiento para una segunda transferencia con los embriones que tenían congelados. “Ahora teníamos a Antonio, y no podíamos jugarnos su futuro. Decidimos donar nuestros embriones para que alguna mamá que no pudiese tener, tuviera la oportunidad, y si hicimos felices a alguien más… OLÉ la ciencia”.

Antonio ha sabido desde siempre que fue un “niño probeta”, y lo ha vivido con total naturalidad. Su infancia ha sido muy feliz, y considera que tiene unos padres fantásticos, y que ahora que son abuelos son mejores todavía. Le hace muy feliz ver la relación que tienen con su hija. Él no ha tenido ningún problema de fertilidad para concebir de forma natural a Blanca, pero hubieran recurrido a la ciencia si hubiesen tenido dificultades.

Para Clara, los momentos más felices vividos en su vida hasta ahora son tres y van unidos, conocer a su hijo, a su nieta y a su marido. Ser abuela ha sido un sueño maravilloso, disfruta a diario de su nieta, porque quiere que la recuerde como “la abuela que está ahí, con la que puede contar, y sobre la que se puede apoyar, ser su Abu, amiga y todo lo que necesite, y siempre con mi gran amor conmigo, Kayu” (así es como Blanca rebautizó a su abuelo, y así lo llama ella y todos).

Solo me queda agradecer a Clara y a Antonio permitirme haber contado su historia, la de una madre que consiguió su sueño gracias a las técnicas de reproducción asistida hace más de 30 años, y la de un “niño probeta” que ha sido feliz y muy querido. Su historia es parecida a la mía, y a la de otras madres guerreras de “niñ@s probeta” que conseguimos finalmente nuestro sueño, ser mamás.

Feliz día de la Madre! Felicidades al cielo mamá! Felicidades a todas las madres! Felicidades también a las madres que están en la sombra!

¡Ojalá pronto! ¡¡Ojalá TODAS!!

¡Gracias madre por darme la vida! ¡Gracias vida por permitirme ser madre!

Retales de una novia

Retales de una novia

 «Cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con una persona, quieres que el resto de tu vida empiece lo antes posible» – Cuando Harry encontró a Sally (película).

 “¿Qué te casas? ¿Te lo has pensado bien? ¿Qué vamos de bodorrio? ¿Tienes idea dónde te metes?… Tú estás loca, eso es mucho lío…”. Si, el post de va de novias, bodas, y todo eso, que a much@s agobia, que a otr@s les chirría, y que a algun@s emociona. Un pequeño manual práctico, para saber qué hacer cuando empiezas a agobiarte, estás nervios@ o hay alguna crisis. Vas a leer mucho sobre el mundo wedding, pero lo importante es que la tuya, la vivas exclusivamente a tu manera.

Una boda estresa, no por el hecho de casarte, sino por la multitud de decisiones que tienes que llevar a cabo. Quien te diga que, durante los preparativos no tuvo ningún problema o no discutió con su pareja, miente. Lo normal, es que surjan problemas y que las discusiones hagan acto de presencia. Sois dos personas, con gustos y puntos de vista diferentes. Ciertamente, se pone a prueba vuestra capacidad para resolver discrepancias.

Toca decidir: boda civil o religiosa, elegir fecha (no la que quieres, sino la que te dan o queda libre), buscar sitio de celebración, fotógrafo, vestido, complementos, menú, luna de miel, regalos, decoración, y un largo etc. Te planteas hasta un@ wedding planner para un evento que se escapa de las manos, y que haga así, un trabajo perfecto en el que te involucres lo justo. Pero empecemos por el principio ¿Te casas? Porque para que haya boda, primero debe existir una proposición de matrimonio, ya sea que te piden, pides o que de mutuo acuerdo queréis casaros.

Dicen que las mujeres desde niñas soñamos con vestirnos de princesas, con que nos espere un príncipe en el altar para vivir un “fueron felices y comieron perdices para siempre”. Pero la vida real no son los cuentos de hadas que nos cuentan de pequeñ@s. No necesitamos príncipes que nos salven, ni a los que hacer reverencias. Las mujeres podemos defendernos y cuidarnos solas, luchar por lo que queremos y merecemos, sin esperar a un príncipe para hacernos felices, mejor ser felices por lo que ya somos.

El amor existe, si crees en él. A veces es para siempre, y otras se acaba. Lo ideal es que sea recíproco, aquello que das también lo recibes. Pero ojo con esos amores asimétricos y unidireccionales, porque nada nos hace tanto daño como amar y no ser correspondid@. Aceptar que te dejan de querer es difícil, pero así es la vida del amor, dolorosa cuando termina y gloriosa cuando comienza. Cuídalo con hábitos saludables (comunicación, respeto, confianza, aceptación, apoyo, tiempo, etc.), es la única receta que funciona. Aparte hay un ingrediente que se nos olvida cultivar y es imprescindible, el amor propio. Quiérete, para querer bien, y te quieran. Si, ten un flechazo contigo mism@.

[lsvr_image_vc image=»1148″]

Firmar un papel, no aumenta el grado de compromiso con tu pareja. Ese compromiso viene de más adentro. Por eso, primero piensa si esa persona es o no tu compañer@ de viaje. Que no sea un: “es lo que toca”, “así l@ tengo pillad@”, “cuando nos casemos, cambiará”, o un “me caso porque me conformo contigo, porque si es así, no hay mucho futuro en esa unión, ni felicidad a la vista.

Para recordar con ilusión tu boda, analiza el sentido de la misma. Sí hay amor para celebrarla, sí estás completamente segur@ de lo que haces, y sí deseas construir un proyecto de vida con esa persona, entonces sigue adelante. Pero si te asaltan las dudas, el miedo te desborda, los problemas se imponen como grandes impedimentos, y sientes que te equivocas, ponle freno. Más vale anular antes que lamentar.

No significa que, a la primera discusión canceléis la boda. Me refiero a que te cases siendo consciente de que realmente lo vuestro no funciona, y te digas “yo no sé para qué me casé, si no nos aguantábamos”. Aunque puedes casarte sin problemas de pareja, y éstos aparezcan después. Esas cosas pasan, el amor es así de impredecible. Hacer este análisis de sentimientos, puede que no te guste, pero es muy clarificador.

Vuestro enlace supone mucha alegría para la familia y amistades. Pero que no te extrañe, si percibes cierta “envidia” en algunas personas cuando dices que te casas. Pasa más de lo que piensas, y descubrirás quien comparte y a quien molesta tu felicidad. Si observas esto, concéntrate en l@s que te aportan energía y positividad, y distánciate de aquell@s que te ponen mala cara. El día de tu boda es para disfrutar con l@s que te acompañan, valorar a los que no puedan asistir, pero lo deseaban, y agradecer a l@s que no hagan el más mínimo esfuerzo por ir con excusas y supuestos inverosímiles, porque te han hecho un gran favor.

A partir de aquí, ¿qué boda queréis? Consulta los wedding-blogs, acude a ferias, investiga las últimas tendencias, pero cuidado con la saturación de información y las modas, con superar lo que hicieron otr@s, esa presión resulta inútil. Hay una inmensidad de posibilidades, que si temática vintage, ibicenca, romántica, bohemia, etc., pero recuerda que es un día para disfrutar. Aquí te dejo algunas sugerencias, recomendaciones, y confesiones, de una novia (yo misma) que pueden liberarte un poco del estrés que conllevan los preparativos, y algo te ayudarán:

[lsvr_image_vc image=»1149″]
  • Una vez que tengas fecha y lugar, podrás respirar y relajarte. Pero no te duermas en los laureles, que tienes que definir el estilismo de tu boda y comenzar la aventura.

  • Llega a acuerdos con tu pareja y repartiros las tareas. Una agenda es fundamental para empezar a planificar, y con las ideas claras es mejor organizar.

  • Entrénate en técnicas de resolución de problemas, evitarás dolores de cabeza analizando ventajas e inconvenientes. Y cuando decidas, no mires atrás.

  • Ponte en manos de grandes profesionales tanto para el catering, fotografía, vídeo, como para peluquería y maquillaje. Confía y delega en ell@s, sabrán gestionar el timing de forma correcta. La conexión y complicidad con ell@s te tranquilizará, y harán que estés cómoda.

  • En las posibles discusiones con tu pareja o familiares, una cucharada de paciencia y otra de respeto. No te empeñes en llevar la razón, ni en cosas innecesarias.

  • Aprecia a quién te ofrece su ayuda, quién se preocupa y te llama para ver cómo estas o si necesitas algo. Toda novia necesita a sus aliad@s.

  • Intentarás programar y controlar todo, pero a veces la improvisación y lo no planeado dará buen resultado. Te confieso que nosotros no teníamos viaje de novios reservado cuando nos casamos. De hecho, lo miramos dos días después de la boda, y lo organizamos por nuestra cuenta, un maravilloso viaje a New York City, las cataratas del Niagara, y Washington DC., que salió redondo.

  • Que tu cuadrilla familiar te acompañe en la elección del vestido puede ser divertido, y un poco agobiante también. L@s adoras, pero a veces una novia necesita momentos de soledad para decidir sin influencias. Así que vete un día sol@ a ver que encuentras.

  • Seguro que tu vestido de novia no tiene nada que ver con lo que tenías pensado. Hazle caso a la chica que te asesora, pruébate todos los vestidos que quieras (yo llegué a 40), y “te juro que el palabra de honor queda bien”.

  • Con respecto a las tradiciones, elegid aquellas que se adapten vuestro estilo y personalidad. En nuestro caso, el anillo de compromiso sólo estaba en mi mano, mi vestido tenía detalles azules, quise velo, llevé algo nuevo, algo azul, algo viejo, y algo prestado, descarté las perlas, las arras eran monedas de nuestros viajes (sin haber iglesia de por medio), escribimos nuestros votos matrimoniales, no tiré el ramo de novia, pero sí repartí ligas a las solteras, los alfileres para las mujeres eran de mariposa con una leyenda diferente, nos lanzaron arroz, pompas de jabón y pétalos, llevé damas de honor, y ninguno vimos el traje del otro.

[lsvr_image_vc image=»1150″]
  • El nivel de implicación y de personalizar la boda, es cosa vuestra. Podéis ser originales, o clásicos, acorde con vuestras preferencias. Nosotros quisimos dejar nuestra marca, y fuimos poco convencionales, por ello, las invitaciones eran un comic de nuestra historia, los regalos eran iguales para tod@s (bombones, imanes con nuestra foto, y una tarjeta con un mensaje personal para cada invitad@). La ceremonia estuvo a cargo de una gran amiga, y familiares y amig@s nos hicieron lecturas entrañables, por lo que fue muy emotiva. La música elegida, también tenía un significado especial. La barra libre la terminamos con un cielo iluminado de farolillos voladores cargados de deseos, que con la luna llena formaban una estampa mágica.

  • Aunque depende de vuestro presupuesto, intenta ser práctic@ con la lista de invitados, invitando a quien quieras ver ese día allí, y olvida los “compromisos”. Te ahorrarás mucho tiempo con el seeting plan. Por mucho que pidas confirmación de asistencia antes de la boda, tendrás que llamar tú a la gente, y el número final de invitados te bailará hasta mismo día de la boda, porque los imprevistos (que ocurren) harán que más de un@ te falle.

  • Para una boda de ensueño, inspírate en aquello que te apasiona, y sé fiel a tu instinto. La nuestra se celebraba frente al mar, y la decoración fue marinera. Mi prima hizo un trabajo exquisito con las flores, y una obra de arte con el ramo de novia. Mis zapatos eran azules, a pesar de escandalizar a much@s, el tocado fue hecho a mano a juego con el vestido, y los pétalos que pisé fueron de color violeta.

  • Respeta los gustos de tu pareja. No tenéis que coincidir en todo, pero sí hacer un esfuerzo por comprenderos. Nuestras alianzas eran diferentes, el novio entró con música de Lenny kravitz, y yo con la canción de «thousand years» de Christina Perry, el novio se compró el traje por internet y llevó calcetines de rayas y colorines, en la comida él bebía Rioja, y yo Ribera…. Para gustos, ya se dice, colores. Las diferencias no implican incompatibilidad.

  • Cuando se acerque el día, te preocuparás y te pondrás nervios@, incluso puede bajarte la regla sin esperarla, y no pasará nada. Soñarás con catástrofes, y tendrás alguna pesadilla, pero te aseguro que no se te caerá el pelo, entrarás en el vestido, no lo mancharás, y si te sale alguna espinilla, el maquillaje hace milagros. Ni te imaginas lo creativ@s que podemos llegar a ser buscando soluciones en momentos así. Además ¿qué sería de las bodas sin las anécdotas?

  • La noche anterior, estarás despierta a altas horas de la madrugada, con los nervios brotando de la piel y el deseo que todo salga según lo planeado. Puede que no duermas lo suficiente, y aun así estarás preciosa. Ya descansarás.

[lsvr_image_vc image=»1151″]
  • Te lo dirán mil veces, y reconozco que es la gran verdad verdadera, ese día pasa muy rápido. Así que intenta disfrutar cada instante, desde que te están peinando, cuando te abrochen el vestido, el abrazo de tu madre, la sonrisa de tu herman@, las miradas con tus amigas, tu entrada a la ceremonia, la impresión al ver a tu casi marido, la comida, el baile, hasta el fin de fiesta. Vive cada momento y grábalo en tu recuerdo. Y no tengas miedo de saltarte el protocolo, lo tenéis permitido.

  • Se te escaparán lágrimas, comerás poco, os sorprenderán, bailarás, y te sacarás arroz hasta de las pestañas. ¿Estás list@ para dar el sí?

Y estos son los retales de una novia, que quería compartir el día de su boda, como la experiencia inolvidable que fue.  Me quedo corta al intentar describir lo que sentí, estábamos radiantes de felicidad. Fue perfecta con todas sus imperfecciones, intensa, auténtica y llena de momentos irrepetibles. Nuestra esencia se reflejó en cada detalle. Y es que cuando las cosas se hacen con amor, todo sale bien sin ser perfecto.

 Así que haz tu boda tuya, vuestra, de nadie más, y ese día volarás, más arriba de las nubes.

¡QUE VIVAN LOS NOVIOS! Y que el amor os impregne el aire.