Retales de una novia

Retales de una novia

 «Cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con una persona, quieres que el resto de tu vida empiece lo antes posible» – Cuando Harry encontró a Sally (película).

 “¿Qué te casas? ¿Te lo has pensado bien? ¿Qué vamos de bodorrio? ¿Tienes idea dónde te metes?… Tú estás loca, eso es mucho lío…”. Si, el post de va de novias, bodas, y todo eso, que a much@s agobia, que a otr@s les chirría, y que a algun@s emociona. Un pequeño manual práctico, para saber qué hacer cuando empiezas a agobiarte, estás nervios@ o hay alguna crisis. Vas a leer mucho sobre el mundo wedding, pero lo importante es que la tuya, la vivas exclusivamente a tu manera.

Una boda estresa, no por el hecho de casarte, sino por la multitud de decisiones que tienes que llevar a cabo. Quien te diga que, durante los preparativos no tuvo ningún problema o no discutió con su pareja, miente. Lo normal, es que surjan problemas y que las discusiones hagan acto de presencia. Sois dos personas, con gustos y puntos de vista diferentes. Ciertamente, se pone a prueba vuestra capacidad para resolver discrepancias.

Toca decidir: boda civil o religiosa, elegir fecha (no la que quieres, sino la que te dan o queda libre), buscar sitio de celebración, fotógrafo, vestido, complementos, menú, luna de miel, regalos, decoración, y un largo etc. Te planteas hasta un@ wedding planner para un evento que se escapa de las manos, y que haga así, un trabajo perfecto en el que te involucres lo justo. Pero empecemos por el principio ¿Te casas? Porque para que haya boda, primero debe existir una proposición de matrimonio, ya sea que te piden, pides o que de mutuo acuerdo queréis casaros.

Dicen que las mujeres desde niñas soñamos con vestirnos de princesas, con que nos espere un príncipe en el altar para vivir un “fueron felices y comieron perdices para siempre”. Pero la vida real no son los cuentos de hadas que nos cuentan de pequeñ@s. No necesitamos príncipes que nos salven, ni a los que hacer reverencias. Las mujeres podemos defendernos y cuidarnos solas, luchar por lo que queremos y merecemos, sin esperar a un príncipe para hacernos felices, mejor ser felices por lo que ya somos.

El amor existe, si crees en él. A veces es para siempre, y otras se acaba. Lo ideal es que sea recíproco, aquello que das también lo recibes. Pero ojo con esos amores asimétricos y unidireccionales, porque nada nos hace tanto daño como amar y no ser correspondid@. Aceptar que te dejan de querer es difícil, pero así es la vida del amor, dolorosa cuando termina y gloriosa cuando comienza. Cuídalo con hábitos saludables (comunicación, respeto, confianza, aceptación, apoyo, tiempo, etc.), es la única receta que funciona. Aparte hay un ingrediente que se nos olvida cultivar y es imprescindible, el amor propio. Quiérete, para querer bien, y te quieran. Si, ten un flechazo contigo mism@.

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Firmar un papel, no aumenta el grado de compromiso con tu pareja. Ese compromiso viene de más adentro. Por eso, primero piensa si esa persona es o no tu compañer@ de viaje. Que no sea un: “es lo que toca”, “así l@ tengo pillad@”, “cuando nos casemos, cambiará”, o un “me caso porque me conformo contigo, porque si es así, no hay mucho futuro en esa unión, ni felicidad a la vista.

Para recordar con ilusión tu boda, analiza el sentido de la misma. Sí hay amor para celebrarla, sí estás completamente segur@ de lo que haces, y sí deseas construir un proyecto de vida con esa persona, entonces sigue adelante. Pero si te asaltan las dudas, el miedo te desborda, los problemas se imponen como grandes impedimentos, y sientes que te equivocas, ponle freno. Más vale anular antes que lamentar.

No significa que, a la primera discusión canceléis la boda. Me refiero a que te cases siendo consciente de que realmente lo vuestro no funciona, y te digas “yo no sé para qué me casé, si no nos aguantábamos”. Aunque puedes casarte sin problemas de pareja, y éstos aparezcan después. Esas cosas pasan, el amor es así de impredecible. Hacer este análisis de sentimientos, puede que no te guste, pero es muy clarificador.

Vuestro enlace supone mucha alegría para la familia y amistades. Pero que no te extrañe, si percibes cierta “envidia” en algunas personas cuando dices que te casas. Pasa más de lo que piensas, y descubrirás quien comparte y a quien molesta tu felicidad. Si observas esto, concéntrate en l@s que te aportan energía y positividad, y distánciate de aquell@s que te ponen mala cara. El día de tu boda es para disfrutar con l@s que te acompañan, valorar a los que no puedan asistir, pero lo deseaban, y agradecer a l@s que no hagan el más mínimo esfuerzo por ir con excusas y supuestos inverosímiles, porque te han hecho un gran favor.

A partir de aquí, ¿qué boda queréis? Consulta los wedding-blogs, acude a ferias, investiga las últimas tendencias, pero cuidado con la saturación de información y las modas, con superar lo que hicieron otr@s, esa presión resulta inútil. Hay una inmensidad de posibilidades, que si temática vintage, ibicenca, romántica, bohemia, etc., pero recuerda que es un día para disfrutar. Aquí te dejo algunas sugerencias, recomendaciones, y confesiones, de una novia (yo misma) que pueden liberarte un poco del estrés que conllevan los preparativos, y algo te ayudarán:

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  • Una vez que tengas fecha y lugar, podrás respirar y relajarte. Pero no te duermas en los laureles, que tienes que definir el estilismo de tu boda y comenzar la aventura.

  • Llega a acuerdos con tu pareja y repartiros las tareas. Una agenda es fundamental para empezar a planificar, y con las ideas claras es mejor organizar.

  • Entrénate en técnicas de resolución de problemas, evitarás dolores de cabeza analizando ventajas e inconvenientes. Y cuando decidas, no mires atrás.

  • Ponte en manos de grandes profesionales tanto para el catering, fotografía, vídeo, como para peluquería y maquillaje. Confía y delega en ell@s, sabrán gestionar el timing de forma correcta. La conexión y complicidad con ell@s te tranquilizará, y harán que estés cómoda.

  • En las posibles discusiones con tu pareja o familiares, una cucharada de paciencia y otra de respeto. No te empeñes en llevar la razón, ni en cosas innecesarias.

  • Aprecia a quién te ofrece su ayuda, quién se preocupa y te llama para ver cómo estas o si necesitas algo. Toda novia necesita a sus aliad@s.

  • Intentarás programar y controlar todo, pero a veces la improvisación y lo no planeado dará buen resultado. Te confieso que nosotros no teníamos viaje de novios reservado cuando nos casamos. De hecho, lo miramos dos días después de la boda, y lo organizamos por nuestra cuenta, un maravilloso viaje a New York City, las cataratas del Niagara, y Washington DC., que salió redondo.

  • Que tu cuadrilla familiar te acompañe en la elección del vestido puede ser divertido, y un poco agobiante también. L@s adoras, pero a veces una novia necesita momentos de soledad para decidir sin influencias. Así que vete un día sol@ a ver que encuentras.

  • Seguro que tu vestido de novia no tiene nada que ver con lo que tenías pensado. Hazle caso a la chica que te asesora, pruébate todos los vestidos que quieras (yo llegué a 40), y “te juro que el palabra de honor queda bien”.

  • Con respecto a las tradiciones, elegid aquellas que se adapten vuestro estilo y personalidad. En nuestro caso, el anillo de compromiso sólo estaba en mi mano, mi vestido tenía detalles azules, quise velo, llevé algo nuevo, algo azul, algo viejo, y algo prestado, descarté las perlas, las arras eran monedas de nuestros viajes (sin haber iglesia de por medio), escribimos nuestros votos matrimoniales, no tiré el ramo de novia, pero sí repartí ligas a las solteras, los alfileres para las mujeres eran de mariposa con una leyenda diferente, nos lanzaron arroz, pompas de jabón y pétalos, llevé damas de honor, y ninguno vimos el traje del otro.

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  • El nivel de implicación y de personalizar la boda, es cosa vuestra. Podéis ser originales, o clásicos, acorde con vuestras preferencias. Nosotros quisimos dejar nuestra marca, y fuimos poco convencionales, por ello, las invitaciones eran un comic de nuestra historia, los regalos eran iguales para tod@s (bombones, imanes con nuestra foto, y una tarjeta con un mensaje personal para cada invitad@). La ceremonia estuvo a cargo de una gran amiga, y familiares y amig@s nos hicieron lecturas entrañables, por lo que fue muy emotiva. La música elegida, también tenía un significado especial. La barra libre la terminamos con un cielo iluminado de farolillos voladores cargados de deseos, que con la luna llena formaban una estampa mágica.

  • Aunque depende de vuestro presupuesto, intenta ser práctic@ con la lista de invitados, invitando a quien quieras ver ese día allí, y olvida los “compromisos”. Te ahorrarás mucho tiempo con el seeting plan. Por mucho que pidas confirmación de asistencia antes de la boda, tendrás que llamar tú a la gente, y el número final de invitados te bailará hasta mismo día de la boda, porque los imprevistos (que ocurren) harán que más de un@ te falle.

  • Para una boda de ensueño, inspírate en aquello que te apasiona, y sé fiel a tu instinto. La nuestra se celebraba frente al mar, y la decoración fue marinera. Mi prima hizo un trabajo exquisito con las flores, y una obra de arte con el ramo de novia. Mis zapatos eran azules, a pesar de escandalizar a much@s, el tocado fue hecho a mano a juego con el vestido, y los pétalos que pisé fueron de color violeta.

  • Respeta los gustos de tu pareja. No tenéis que coincidir en todo, pero sí hacer un esfuerzo por comprenderos. Nuestras alianzas eran diferentes, el novio entró con música de Lenny kravitz, y yo con la canción de «thousand years» de Christina Perry, el novio se compró el traje por internet y llevó calcetines de rayas y colorines, en la comida él bebía Rioja, y yo Ribera…. Para gustos, ya se dice, colores. Las diferencias no implican incompatibilidad.

  • Cuando se acerque el día, te preocuparás y te pondrás nervios@, incluso puede bajarte la regla sin esperarla, y no pasará nada. Soñarás con catástrofes, y tendrás alguna pesadilla, pero te aseguro que no se te caerá el pelo, entrarás en el vestido, no lo mancharás, y si te sale alguna espinilla, el maquillaje hace milagros. Ni te imaginas lo creativ@s que podemos llegar a ser buscando soluciones en momentos así. Además ¿qué sería de las bodas sin las anécdotas?

  • La noche anterior, estarás despierta a altas horas de la madrugada, con los nervios brotando de la piel y el deseo que todo salga según lo planeado. Puede que no duermas lo suficiente, y aun así estarás preciosa. Ya descansarás.

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  • Te lo dirán mil veces, y reconozco que es la gran verdad verdadera, ese día pasa muy rápido. Así que intenta disfrutar cada instante, desde que te están peinando, cuando te abrochen el vestido, el abrazo de tu madre, la sonrisa de tu herman@, las miradas con tus amigas, tu entrada a la ceremonia, la impresión al ver a tu casi marido, la comida, el baile, hasta el fin de fiesta. Vive cada momento y grábalo en tu recuerdo. Y no tengas miedo de saltarte el protocolo, lo tenéis permitido.

  • Se te escaparán lágrimas, comerás poco, os sorprenderán, bailarás, y te sacarás arroz hasta de las pestañas. ¿Estás list@ para dar el sí?

Y estos son los retales de una novia, que quería compartir el día de su boda, como la experiencia inolvidable que fue.  Me quedo corta al intentar describir lo que sentí, estábamos radiantes de felicidad. Fue perfecta con todas sus imperfecciones, intensa, auténtica y llena de momentos irrepetibles. Nuestra esencia se reflejó en cada detalle. Y es que cuando las cosas se hacen con amor, todo sale bien sin ser perfecto.

 Así que haz tu boda tuya, vuestra, de nadie más, y ese día volarás, más arriba de las nubes.

¡QUE VIVAN LOS NOVIOS! Y que el amor os impregne el aire.

¿A quién se le pasa el arroz?

¿A quién se le pasa el arroz?

Cara a cara con el tiempo, hoy me remonto a unos meses atrás visitando mi pueblo, cuando tuve  un encuentro casual con una antigua compañera de instituto. La experiencia vivida me llamó la atención por la intensidad del momento, y el revuelo de emociones percibidas en mí y  en aquella amiga después de casi dos décadas.

Nos vimos por última vez en una fiesta del instituto cuando terminamos la selectividad, y cuánto había llovido desde entonces. Casualidades del destino, nos encontrábamos frente a frente dos mujeres que se conocieron siendo adolescentes y que sin embargo eran completas desconocidas en ese preciso instante. Reconocernos en ese cara a cara después de tantos años fue algo anecdótico y casi cómico. Un reencuentro fortuito, que tras los efusivos saludos, besos y abrazos mutuos,  ella comenzó a interrogarme de forma casi aterradora. 

«¡Cuánto tiempo sin vernos! ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida? ¿Dónde vives? ¿De qué trabajas al final? ¿Te has casado? ¿y no tienes hijos? ¿Y novio? Con lo que a ti te gustaban los críos, y a tu edad ya es complicado, ya sabes que ¡se te va a pasar el arroz chiquilla! Ya es hora de que te busques a alguien para que no estés sola … «

¿Cómo responder a todo? Preguntaba a velocidad de vértigo, sin dar tiempo a procesar la información, era como si realmente no importara o no le interesara lo que yo le iba a contar. Aún me cuesta comprender cómo no apreció mi cara de agobio y desconcierto a tanta pregunta. Pero creo que, su batería de preguntas respondía a su necesidad de comprobar  y corroborar que mi vida fuera tremendamente infeliz…  

Estaba tan ensimismada en su retahíla de preguntas, que me limité a sonreír y quedarme en silencio, hasta que dejó de hablar, y entonces aproveché.

«Mi respuesta a todo lo que me preguntas ahora que has parado a respirar, es que estoy muy feliz,  contenta de vivir muchas experiencias. El arroz no se me ha pasado, al contrario, estoy en el punto perfecto de cocción, y siempre estoy a tiempo de echar más agua, de apagar el fuego, o no comerlo, porque el arroz no se pasa, pero la vida sí que te pasa. Nunca se es demasiado viej@ para hacer nada en la vida. Cuéntame, ¿Qué ha sido de la tuya? ¿Eres feliz? ¿Haces lo que soñabas?»

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Sus gestos se torcieron tras escuchar mis últimas palabras. Su cara reflejó una profunda disculpa por su torpeza y metedura de pata, pero sobre todo, percibí en su mirada la tristeza que la atrapaba. Y en ese momento, casi rompió a llorar en mitad de la calle, pidiéndome que fuéramos a tomar un café.

Os pongo en antecedentes, ambas tenemos 36 años. En aquellos tiempos de instituto, teníamos por un lado:

  • A una chica considerada la «empollona» de la clase, responsable y organizada, la que siempre hacía lo «correcto». La calificaban con ser un poco borde y aburrida porque no acudía  a fiestas, y mucho menos tenía citas con chicos, puesto que prefería quedarse horas leyendo.

Por otro lado:

  • A una joven encantadora, la «popular» de la clase, sociable, rebelde e impredecible, muy dulce, con un talento especial para transmitir emociones a través de sus dibujos.

Veinte años después, la «empollona» de la clase sigue soltera, vive independiente, con la maleta siempre a cuestas viajando, luchando  y cumpliendo sus sueños. La «popular» de la clase, finalmente dejó sus estudios de bellas artes, para casarse con su novio de toda la vida, es madre de tres hijos, vive en el mismo pueblo trabajando como cajera en un supermercado, y confiesa sentir pena de ella misma por haber  abandonado su gran sueño.  Triste, ¿verdad?. Me refiero claro está a que es triste que abandonara  su sueño.

Pero esto no quiere decir que, para ser feliz tengas que tener una carrera universitaria, ser soltera, y renunciar a ser madre. No confundamos, no todas las personas valemos para lo mismo, ni queremos las mismas cosas. Se trata de ser feliz hagas lo que hagas, y perseguir tus sueños. 

Y es que no es la primera vez que escucho «se te va a pasar el arroz»… Por eso, me tomo mi tiempo para responder, con paciencia, con calma, respirando y con una sonrisa, me quedo callada hasta que sus palabras se ahogan en el silencio. ¿Qué se me a pasar el arroz? ¿Pasar para qué? ¿Tener hij@s? ¿Casarme? … ¿En serio aún tenemos estos clichés sociales de lo que una mujer a una determinada edad tiene que ser, hacer o tener? Porque esto hace años estaba socialmente establecido, pero en la actualidad está fuera de lugar.  El arroz nunca se le pasa a una mujer, vive cuánto quieras la vida, y no esperes para hacer  aquello que sueñas.

Además de ser un comentario desagradable con el que  sometes a la mujer a una presión altísima, es una forma de machismo encubierto. Porque seguro que nunca le has dicho a un hombre «oye, se te va a pasar el arroz». A ellos no se les dice tanto, sin embargo para nosotras es la frase estrella si tienes X años, estás soltera y no tienes hij@s.

Puedes ser feliz sola o con pareja, siendo madre o no, trabajando como abogada o como dependienta, tú sabes lo que te hace feliz y lo que no. Que manía tenemos con criticar, juzgar o rechazar a las personas que viven de forma diferente. El reloj biológico existe, pero no todas las mujeres tienen por qué sentirlo o querer hacerle caso. Puedes ser madre soltera, formar una familia, adoptar, acoger, hay miles de opciones. Tener pareja está muy bien, siempre y cuando funcionéis como tal, porque sino es mejor estar sol@. Un poco de respeto a las decisiones de los demás y que no nos incumben, sería todo un detalle por nuestra parte. 

 

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Nos olvidamos que tenemos una vida para vivir, y vivir implica amar, crecer, caer y levantarse, equivocarse y aprender, luchar por lo que quieres, y sufrir también. Cuando eres capaz de amarte a ti mism@, descubres la felicidad que hay dentro de ti, tienes equilibrio y coherencia entre lo que piensas, sientes y haces. No dependes de nada ni nadie, y eso da felicidad y tranquilidad. Amarte para amar a otr@s es fundamental, te da fuerza e independencia, te ayuda a ser feliz. Pero el tema del amor y el miedo a la soledad, da para otro artículo.

Así que,  mejor no comentar a ninguna mujer  la metáfora de «se te va a pasar el arroz», porque el tiempo no nos deja inserviblesYa sabéis, que ahora tenemos un arroz  que no se pasa, uno que conserva su punto más apetecible tanto como lo cocines, así hay que plantearlo en estos tiempos. Por lo tanto, también debemos pensar que mejoramos como el buen vino, ese que se saborea. Por ello, más vivir la vida que nos está pasando, disfrutar en plenitud el ser mujer, ir a por nuestras metas, con libertad para elegir lo que nos hace felices. No te conformes, ni asumas que lo tienes todo perdido.

De aquel reencuentro y entrañable café entre dos mujeres hablando de la vida que habíamos vivido en esos casi veinte años, me quedo con una frase que se me grabó a fuego «me conformé con la vida que otros quisieron para mi, y me rendí y no aposté por mi sueño de ser pintora». 

Repito, ¿A quién se le pasa el arroz? Como mujer NO SE TE PASA NADA, sólo vive la vida que está pasando.

Recuerda nunca es tarde para nada

 

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«Es justamente la posibilidad de realizar un sueño, lo que hace la vida interesante».

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